La idea es muy sencilla, venir los viernes a la capilla para estar tranquilos, reflexionar y orar.
Hace seis años comenzó nuestro grupo de oración. La idea era muy sencilla, venir los viernes a la capilla para estar tranquilos, reflexionar y orar. Dicho así parece lo más natural del mundo, pero en la sociedad en que vivimos, plantearse que un grupo de jóvenes dejen su merecido recreo para retirarse unos momentos a hacer oración ya suena más raro. Al principio eran diez o doce los alumnos que venían, pero con los años se ha ido incrementando el número de asistentes y he de decir que la gran mayoría son infalibles a la cita con el Señor.
¿Y qué hacemos? Primero leemos algún texto que nos haga reflexionar y nos ponga en disposición de orar. Después un minuto o dos de silencio. Es la parte más bonita y más difícil. A mi me emociona mirarles y observar su silencio en una actitud de verdadero diálogo con Dios. Digo que es la más difícil, pues no olvidemos que a su edad cualquier ruido exterior puede ser causa desencadenante de una carcajada, pero como el humor es una cualidad del amor… seguimos adelante.